Era un tiempo en el que existían los dioses, pero
no las especies mortales. Cuando a éstas les llegó, marcado por el
destino, el tiempo de la génesis, los dioses las modelaron en las
entrañas de la tierra, mezclando tierra, fuego y cuantas materias se
combinan con fuego y tierra. Al distribuir, a unos les proporcionaba
fuerza, pero no rapidez, en tanto que revestía de rapidez a otros más
débiles. Dotaba de armas a unas, en tanto que para aquellas, a las que
daba una naturaleza inerme, ideaba otra facultad para su salvación.
De este modo equitativo iba distribuyendo las restantes facultades. Y las ideaba tomando la precaución de que ninguna especie fuese aniquilada. Pero como Epimeteo no era del todo sabio, gastó, sin darse cuenta, todas las facultades en los brutos. Pero quedaba aún sin equipar la especie humana y no sabía qué hacer,ve a todos los animales armoniosamente equipados y al hombre, en cambio, desnudo, sin calzado, sin abrigo e inerme. Ante
la imposibilidad de encontrar un medio de salvación para el hombre
Prometeo roba a Hefesto y a Atenea la sabiduría de las artes y se la ofrece, así, como regalo al hombre. Con ella recibió el hombre la sabiduría para conservar la vida,pero por culpa de Epimeteo, recayó luego, según se cuenta, el castigo del robo.
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